El inefable. |
Pero, dejando a la historia cuidar de su atormentada y evasiva memoria, me atrevo a pedir una conmemoración de la efeméride con un Día Nacional del Cabreo, un día en el que cada español se pueda dirigir a los medios de comunicación, o al mismísimo Congreso, expresando su cabreo, la urgencia que le provoca alguna situación pública, política, que no acaba de digerir. Dejemos por un día aflorar ese guardia civil que, dicen, todos los españoles llevamos dentro. Unos mandarán sentarse a unos, otros dejar de hacer el chorizo a otros... y yo : que desfilen unos cuantos hacia la puerta de salida, por entender que ya pasó su oportunidad.
Empezando por el Señor Zapatero. Sí, váyase, devuelva a Sonsoles a las tierras altas leonesas y haga feliz, al menos, a una española, ya que poco pudo con los otros cuarenta y tantos millones (por no hacer sangre ahora con su promesa de aliar a todas las civilizaciones del planeta, en astral conjunción que vocearon sus vestales). Su proyecto de refundación lingüística de la realidad ha fracasado. No bastaba con afirmarlo para que se articulara España, anunciar los brotes verdes no revitalizó el estragado arbusto de la economía patria, las palabras altisonantes no fueron escuchadas ni en Europa, Moratinos no pasó de Ceuta en su panarabismo, las señoras no se pusieron a parir por los incentivos fiscales, ni llegó la reclamada laicidad de la educación, la violencia contra las mujeres aumenta con ministerio y sin él... Y los demás avances sociales de los que blasona, se extendieron a la vez por todo occidente, los abandera la izquierda y los implanta la derecha, sin mayor problema, del Guadalquivir al Elba.
Zapatero solo tiene un plan: aguantar y trasladar a los españoles, en primera persona, los datos que, con mayor o menor fiablilidad, le adelanta el FMI: que para el 2013 España estará creciendo otra vez por encima de la media europea. Si quiere le doy otro dato, igualmente decisivo en la determinación del voto para las próximas elecciones: en 2111, todos calvos... o no, visto que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.
Vestida por su enemigo. |
Todos estábamos dispuestos a creer en ella. Hasta que, ya casada, empezó a escuchar los cantos de sirena que sonaban, quizá en el propio lecho nupcial... Y salió corriendo a la peluquería en una búsqueda de imagen sin fin, que la tiene de tienda en tienda, buscando nuevas maneras de romper cualquier protocolo. Porque España está preparada para eso. Y para más, pero no conviene confundir lo posible y lo conveniente.
Dicho sea de paso, todas estas señoras de la política en España. podrían estudiar un poco a Dilma Roussef, en lugar de hacerse tanto la mascarilla. Vestida por su sastra de siempre en Porto Alegre (igual pudiera haber sido de Lagartera) y con una solución capilar que no requiere más mantenimiento que la ducha diaria, Dilma impacta por lo que es: una extraordinaria trabajadora, dedicada a la alta misión que le encomedaron las urnas. Porque ¿de dónde sacan tiempo nuestras políticas para tanto cambiar de trapo? No, no era la imagen, era el contenido, por mucho que Pepe Blanco siga empeñado en convertirse en el anuncio correcto del político que soñó el filósofo Inerarity, solo pasándose por la esteticién cada dos por tres.
Formales... |
Y no confundir el diagnóstico con el aplicable al joven de los Costa, por muy valencianos que sean ambos: lo de éste es un problema de identidades cruzadas, que su hermano mayor podría arreglar con un simple par de tortas. Si hubo o no delito corresponde a la Justicia determinar, pero, más que por los trajes, yo buscaría por las fajas: ¿quién les proveía, y en qué cantidades, esas prendas semiíntimas que les permiten aparecer en el Congreso Valenciano como tubos de uralita?
...y de sport |
Y por terminar ese día de cabreo circunscrito al ámbito de la política, añado solo dos peticiones más, invocando la misma razón para aconsejar su marcha, la estética: Rajoy y Rouco, basta, por favor.
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