miércoles, 23 de febrero de 2011

¡Ya tenemos plan!

Sí, un plan de medidas de apoyo al  sector del  arte. Y, de verdad, como consigamos arreglarlo, ¿qué crisis se nos  resistirá? Con toda probabilidad, ninguna. Serán las demás  naciones las  que acudan a la nuestra en busca de ese bálsamo de Fierabrás que nos  ha de colocar a la  cabeza del mundo civilizado.

Como las grandes creaciones de la humanidad, el plan no tiene autor conocido, lo han urdido "diversas asociaciones", según recoge toda la prensa nacional, con el natural alborozo. Y  es que no  era  otra cosa lo que necesitábamos los españoles que un plan para salvar  el arte (a veces añaden,  y la  cultura). Vienen a ratificar, esas asociaciones, que en España se crea todo  lo que haga falta, pero,  como la administración no mueve un dedo, todo se queda en los almacenes de los  galeristas, y no están los  tiempos para dejar el buen paño en el  arca. Quieren que se exporte, que se promueva internacionalmente eso, la creatividad, el arte español,  que  si no  es  más  demandado es porque no es mejor conocido. Ni necesitamos preguntar por ahí cómo anda esa esquiva demanda; con potenciar la oferta, mediante el dinero público, es suficiente para obrar el milagro y empapelar Manhattan con cuadros y fotos de artistas españoles.

Esas "asociaciones" tan preocupadas por al  arte, mucho menos  por el destino y rendimiento del  dinero  de los contribuyentes, reclaman terminar ya con los  recortes a los presupuestos  de cultura que andan las administraciones asestando  a diestro  y sinniestro. Ya los fabricantes de coches abrieron camino y ¡mira que lo  intentan los apaleados promotores inmobiliarios! Los promotores culturales no iban a ser menos.

Quieren eso,  y un IVA cultural a  la medida,  aumentar las desgravaciones por inversiones o compras culturales, o sea, cuadros. Y se reclaman, con toda razón, de los cineastas que, con ceja o sin ella, han conseguido la cuadratura del  círculo: que una vez creado  un producto, cultural, desde luego, no haya que molestarse ni en hacerlo llegar al público, no sea que en la distribución se pierda el dinero  ganado con la subvención. Y ya ven las inigualables  cotas de excelencia en las que raya nuestro cine.

Una ley de patrocinio a la  altura de los  tiempos es imprescindible,  lo del  IVA dudoso, pero  negociable. El aumento  de las  subvenciones, no. Durante los tiempos de bonanza ha habido  galerías, de trayectoria y estrategia ejemplares, que han creado  clientela, fomentado la necesidad en ella y, en suma, garantizado su futuro. Pero  no han sido menos, sino más, las que, amparadas en la bonanza económica, han vendido  sin escrúpulo obras cualesquiera a cualesquiera precios que algún incauto  pagaba. De ahí la decepción, y el cabreo, oiga, el cabreo, cuando uno descubre que por la superfoto de 7.000€ no  hay quién dé 1.000. Probablementte no  hay quién dé nada, y ese es el mercado del  arte que se ha fomentado con la mayor inconsciencia. Ahora que venga el estado a  recomponer haciendas y reputaciones.

¿No  han  aprovechado  bastante el oportunismo, dicen que político; la garrulería,  admiten que generalizada, de nuestros concejales, diputados, consejeros  y otras especies igualmente depredadoras que pueblan el ecosistema cultura? No: porque no les pagan. Tanto  centro de arte, tanto museo  en cada pueblo... las galerías viajaban en camión del  uno al otro confín patrio y colocaban la mercancía; el director de turno, apoyado por el  consejero del ramo, que ya pagará. Y que no paga:  pues a por el moroso, pero midamos  bien lo  que sale de las  arcas públicas, que ya sabemos cuanto  cuesta llenarlas.

Lógicamente, ninguna de estas "asociaciones" que tanto urgen a la sociedad a velar por  sus intereses, piensa someterse a plebiscito popular alguno, ni en Murcia (donde ganarían de calle, a la vista de la  insaciable sed de arte que asuela la huerta).Tampoco parece que vayan a integrase en alguna candidatura con particular atención a la cosa cultural. Ni nada por el  estilo. No, sin contrastar con los ciudadanos, ellos van directamente a la  cabeza y quieren que sean los políticos los que les saquen las  castañas del  fuego (quizá porque detectan en ellos una cierta poroclividad al espectáculo muy en sintonía con el  arte actual).

Y  no deja de haber una cierta presunción en esa manera de erigirse en portavoces sociales, para reclamar que se les desvíen más fondos. Y además con "buenas prácticas": o sea, quítate tú pa ponerme yo. Porque al medrar llaman, ahora, "buenas prácticas", amigo Malraux. Y así reaccionan los que ya tienen sillón, preguntados al  respecto del plan: "tendría que ver el contenido", "no sé", "lo estudiaré", "algo  habrá qué hacer..." y otras opiniones contundentes que van desgranando por donde pasan Borja Villell o José Guirao o Consuelo Císcar que, como mujer, tiene las cosas mucho más claras: a ella que le den más dinero y ya está.

Poco  creible, pero  enternecedora, la llamada final de esas "asocioaciones" a la  reforma educativa:  los quieren tiernos; y  me imagino  yo  a  pandis enteras por las galerías, como por la calle Fuencarral,  desordenándolo todo y eligiendo  grabados  para quiénes pasaron la selectividad con buena nota, de lo cultos que serán ,  y lo bien educados  en el  apoyo a las  artes que estarán.

Pues no  crean que nada de esto  cayó en saco roto. Antes incluso de lo que ellos mismos  imaginaron, ya ha surgido en Washingtong la primera iniciativa de apoyo a las artes y la cultura españolas por parte de la  Embaja en la capital USA: Spanish Arts & Culture. Por si había pocas instituciones españolas compitiendo entre sí por no se sabe qué, ahora llega la embajada y abre plan. Ya veía yo  una esperanzadora  concentración de materia gris a orillas del Potomac: la Infanta Cristina, vive allá (con los hijos ya criados y mucho tiempo libre), y también fue de Consejero Cultural de la Embajada, Guillermo Corral, que no es cualquier cosa este apóstol de las industrias culturales, de las que, con todo, no nos  transmitió otra noticia que su pretendida articulación desde una dirección general hecha a su medida por aquel señor Molina, el poeta.

Pues ya tenemos plan, varios, y  pónganse de acuerdo, porque gastar se gasta, demasiado. Otra cosa es que alguien establezca objetivos para ese gasto, mucho menos estrategias acordes y, ¡por favor!, que somos cultos, no me hablen de evaluación de resultados. 

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