domingo, 30 de enero de 2011

La muerte os sienta tan bien....


No parece que, esta de rockero, sea una profesión de alto riesgo. Son muchos los  que se arrastran por escenarios de todo el  mundo, con mejor o  peor  fortuna,  cuando ya podrían estar jubilados hasta con el sistema Zapatero.  Desde luego, más de los que ardieron con su creación, necesariamente urgente.

Las dos portadas que acompañan son del mismo mes, del actual. Una conmemora una aniversario que sigue levantando  pasiones, la  otra es más difícil saber qué, pero algo celebra también.

La mágica foto de  Rolling Stone,  con Yoko en su cumbre creativa, inspiradora y dinamitera a un tiempo, capaz de asumir la maternidad intemporal del genio, al que no necesita parir pero no deja de alentar.  La  verdad es que el  tiempo demostraría que, de forma bastante predecible, ella quedó más muerta que el nunca suficientemente añorado Jhon Lennon.

La maravillosa foto de Leibovitz es otro ejemplo de la libre circulación de significados que por unos años recorrió el arte y la  cultura, más populares de lo que  nunca lo serán en el momento  de sobreexposición mediática que padecemos.  Es una foto  que refleja la  violencia del  acto  creativo  que unió a esa pareja eterna. Gran parte de la música que hicieron juntos sigue siendo un enigma tan abierto como la profundidad  del mensaje de otro cadáver jóven y del momento, Jimmy Hendrix. Entrar en la  elementariedad del  grito, como hacen en algunas de sus creaciones, colocaba al  pop  en la  senda de Jhon Cage, en el  misterio de Pollock, junto con los jóvenes airados de todo el  mundo. Esa es una foto que explica un tiempo.

Si Lennon volviera con nosotros  y encontrara la portada con Elton Jhon en  los quioscos de Brasil, donde se publica una lustrosa edición de la entrañable ¡Hola!; pensaría, quizá, que los ingleses, en otra de sus imprevisibles piruetas históricas, lo habían elegido reina de Inglaterra. Y como tal se muestra Elton ante la aldea global, presentando al  heredero ante los medios del mundo.

Asumiendo que tanto derecho  tiene Elton a hacer lo que le  venga en gana, como cualquiera a comentarlo, puesto  que lo  hace en público,  dejenme decirles que yo no me esperaba esta asunción tan desinhibida del  eterno maternal,  que, por otra parte,  quizá todos llevamos dentro  y estamos  demasiado acostumbrados a reprimir. Y por el  eterno  maternal aún pasaría, ¡pero esa abuela con gafas! Tras el  papel principal en la imposible comedia musical "Lady Di goes to any haven available" (consiguiendo ser  nada menos que la muerta en elentierro),  ¿qué otra noticia sobre creaciones de Elton hemos  tenido? Digo de las concebidas de cintura para arriba.

Porque es muy posible que David Bowie haya sido también abuela, pero  ha tenido la caridad con nosotros, y la piedad consigo mismo, de ocultarlo. Actitud que nos permite seguir escuchando su música,  la del  increíble Station to Station, por ejemplo, con el mismo impulso vital  con  que fue creada,  y sin temer que la  abuela entre en la habitación justo cuando nos estamos masturbando, que es la sensación que me asalta a mi si escucho un disco de Elton Jhon y aparece, de repente, la portada del ¡Hola!

Y es que no, todo no  vale. Aplaudimos sin descanso el  avance social  que va equiparando (no tan de prisa como parece) los derechos,  y deberes, de gays y lesbianas con los de cualquier hijo de vecino. Pero no llevamos bien la estrategia de relaciones públicas y márketing de quienes ya en el  declive de su carrera, tratan de relanzarla con una intoxicante ética/estética de género, aprovechando que hay un público nuevo, el gay; tan nuevo como la sociedad líquida, pero  si lo dice El Mundo...

Porque, si alguien no  coloca a tiempo un bozal a Ricky Martin, ¿cuantas veces más nos  va a contar las delicias tántricas de su identidad sexual encontrada?: ¡pero si a nadie le cupo nunca la más mínima duda sobre la misma, ¿cómo pudo  caberle a él?! Y es que esa ecuación gay/consumista/idiota es la que yo no  acabo de entender de dónde sale, sólo  que se encuentra, preferentemente, en páginas tan avisadas y comprometidas con la realidad como las de El Mundo... admitámoslo: y similares.


 Al menos los Rolling Stones se suben a un escenario - bueno, ya no sé  si pueden: desde que se caen de los árboles...- sin estrategia ninguna y se ponen a hacer lo de siempre, solo que ahora mal. Porque si hay un arte inevitablemente urgente, ese es el rock and roll. Ninguno  de los  grandes hizo  nada a partir de cierta edad, y ninguna estela como la de Jim Morrison o Jeff Buckley, por actualizar el mito; ninguna creación comparable a la de Jhon Lennon, ningún desgarro como el de Janis Joplin. No dejemos que el  mercado,  o los mercados  esos que  van a acabar con Zapatero, terminen con nuestra percepción y disfrute de lo que solo puede ser jóven, o  no será. Y que no   nos  vengan con que Supertramp existe, solo por esas fiestas de centro de día que organizan los veranos. Menos aún después de haber aceptado que Elvis no murió sino que se retiró, quien sabe si en la luna misma a la que nunca llegaron los americanos...!

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