domingo, 20 de marzo de 2011

Patatas a la importancia.

El diario El País, en cumplimiento de su ya irrenunciable e histórica misión, ha ofrecido  estos días, con su proverbial imparcialidad,  otra equilibrada visión de las dos Españas.  Es verdad que en este envite le  va mucho  a su empresa editora, además. Así que, quizá a falta de material noticiable  y  opinable de entidad en la  parca realidad  mundial  de estas dos semanas últimas, ha abierto  sus  páginas a una de esas cuestiones que, de verdad, vertebran la cultura de la  aldea global y absorben el interés de los líderes mundiales: el Instituto Cervantes, ¿defiende la lengua española mejor ahora que antes o antes que ahora?

Rompen el  fuego quienes denuncian "la debilidad actual del  español" ( http://www.elpais.com/articulo/opinion/debilidad/actual/espanol/elpepiopi/20110303elpepiopi_5/Tes) y  lo  hacen con timbales y trompetas históricos, alistando entre sus huestes, nada menos que a Felipe Gonnzález, quien, según  estos señores, habría  creado el Instituto Cervantes, "para defender la lengua española en el  mundo".  Estos, que cuando dejan de estar integrados se vuelven apocalípticos, ¿quién, o qué, creerán que ataca a la lengua española? Porque no  lo aclaran, aunque insisten mucho en eso, en que  "hay que defenderla".

Las patatas a la importancia, sabio plato  con el que que las madres de la posguerra española  trascendían la  humildad  del tubérculo, convirtiéndolo en plato principal, mediante la mágica trasmutación operada por la salsa verde, reflejan mejor que nada, los delirios de grandeza de quienes, cuando  las  tenían , no supieron  mostrar tanto  respeto, menos aun eficacia, en el desempeño de sus responsabilidades. Lamentan la  deriva de la lengua española en la Unión Europea, su  falta de peso en la oficina  de patentes, la  muerte de Manolete y el 5-0 del Barcelona al Madrid: "es el resultado  de una política preocupada solo  por la aritmética de Parlamentos..."

Lo chusco es que los movimientos que de forma difusa, parcial y bastante desinformada, denuncian en la Unión Europea, se produjeron, en sus fases decisivas,  con el primer Zapatero que colocó a todos ellos en diferentes niveles del Cervantes, todos ellos  bajo, y les puedo asegurar que estaban muy "bajo", la simpar égida del poeta  que se  laureaba a sí mismo. No se oyó ninguna voz con estos ecos en aquellos tiempos. Claro, entonces estaban plugged, y ahora se han quedado unplugged,  y ya sabemos cómo suena todo de diferente en una u otra condición.

Esa labor de defensa del idioma, sagrada misión a la  que, aparentemente, ya  no  pueden renunciar, les lleva a ataques  preventivos contra todo  lo que se mueve en el  exterior: el Ministerio de Asuntos Exteriores, la  AECID (sobre la que tampoco  parecen muy bien informados), los diplomáticos ,  cuya ausencia en actos culturales les produce "sonrojo" (a mi, personalmente, lo  que me sonroja es su presencia, pero  ya sabemos que hay gente pa tó). Vamos, que tras intentar el asalto al palacio de invierno de las competencias diplomáticas,  y fracasar estrepitosamente en el  intento, ahora "están verdes": unos clásicos, estos ex-.

A los fogones del  Cervantes ya hay un nuevo equipo que se aplica  a rebozar las  nuevas patatas a la  importancia. Y  también  tienen algo que decir, no faltaba más, mientras sigan plugged... :http://www.elpais.com/articulo/opinion/vitalidad/actual/espanol/elpepiopi/20110317elpepiopi_5/Tes. Estos, en cambio, piensan que "nuestra lengua vive su mejor momento histórico". Y yo me pierdo, porque no alcanzo  a discernir  los parámetros por los que se rige la bondad o carencias del momento  histórico (otra bonita noción para destripar...) que viven  las  lenguas. Mucho  menos cual sea la  incidencia del Instituto Cervantes en esos vaivenes. Patatas a  la  importancia  de que se alimentan quiénes siguen afirmando,  sin sonrojarse, que el  español  avanza  en  USA gracias al impulso  que recibe desde la calle  Barquillo, de Madrid. Solo  un punto de pausa y reflexión: ¿porqué, en el más evidente mercado potencial para el  español,  como son los Estados Unidos, solo hay dos Institutos Cervantes y medio? A partir de respuestas así se construirían estrategias más eficaces, francamente,  que las  surgidas de tanta palabrería.

 A cualquier  argentino, más  aún a cualquiera de los  "hijos de Sánchez" en los  territorios del norte, las patatas a la importancia   pueden resultarles esomagantes,  si compartimos con ellos la  razón, secreta  hasta ahora (al  menos yo no la  conocía), de  la  existencia del  Cervantes. Se dice desde la nueva ortodoxia de la casa que "el Instituto Cervantes existe para hacer frente a los  retos que este gran patrimonio cultural y  político que es el español tiene por delante".  Este donado hablador,  tras diez años  de trabajo en la trinchera,  seguía ateniéndose a sus Estatutos  Fundacionales para entender que "El Instituto Cervantes es la institución pública creada por España en 1991 para la promoción y la enseñanza de la lengua española y para la difusión de la cultura española e hispanoamericana", y asumiendo con denuedo el imponente reto de mejorar cada día en el cumplimiento  de esos objetivos.  Pero  ya se ve lo lejos que anda el  donado  hablador de las  cocinas.

Oigan, el Instituto Cervantes es una benemérita institución que, si la sagacidad de Felipe González no  hubiese creado, tendríamos que estar dando vueltas a cómo la poníamos en marcha.  En ella trabajan cientos de personas que encienden las luces de sus instalaciones todas las mañanas, en los  cinco continentes, para poner en marcha una excelente maquinaria de enseñanza de la lengua y difusión de la cultura en español, lengua bastante universal, sí.

Los trabajadores:  profesores, administradores, gestores culturales, auxiliares, bibliotecarios..., españoles y  de  otros 56 países más (por lo menos), garantizan la continuidad de los objetivos y tareas asignadas, procurando hacerlos compatibles con las ilusiones y obsesiones de los "paracaidistas"  que las elecciones al Parlamento  de la nación española, les deparan cada cuatro añós, más o menos, en los puestos  de designación directa. Por cierto, rutina jamás discutida por aquel adalid de "las buenas prácticas", que la poesía recuperó,  con  consecuencias imprevisibles para su futuro, -el de ambos...-.

Su labor es técnica,de resultados quizá  irregulares, puntualmente discutibles, de enorme calidad en algunos desempeños, con logros  demostrables en campos de su competencia, como la enseñanza de segundas lenguas, y éxitos en la divulgación cultural que desafían la lógica de los presupuestos  con que se consiguen. Los trabajadores de la  casa, en los  cinco continentes, no  van con yelmo, escudo ni  adarga a sus despachos y aulas; solo con la vocación de ocuparse en lo  que, a muchos de ellos,  les gusta:  la preparaciónn de las clases, la elaboración de planes que ayuden a la venta de las mismas, que luego hay que impartir, también promocionar y administrar. Entre otros oficios y tareas que ayudan a crear contexto: las bibliotecas que prestan servicios a quienes los  solicitan, la divulgación cultural que señala la  presencia de cada Instituto en su ciudad. Todo eso hace del Instituto Cervantes algo más que una academia de lenguas. Entidad, en todo caso, de la que se hallaría mucho más próximo que de las labores impuestas por la espada y la  cruz, que tantos  parecen añorar.

Así que parafaseando a los clásicos y en particular al primero  de todos en  nuestra lengua, al  Cid,( curioso mercenario aquel, por cierto), terminaré diciendo del Instituto  Cervantes lo  mismo  que el  juglar, de Don Rodrigo: ¡qué buen caballero cuando tiene  buen señor!  

No hay comentarios:

Publicar un comentario